Una renovadora historia y crítica del género novelístico y de sus mejores productos, que pugnaron por zafarse de todas las represiones para construir una ética y una estética sociales. Sanz Villanueva ofrece una visión de conjunto magistral.

Los estragos de la guerra de 1936-1939 y de la dictadura subsiguiente afectaron a todos los órdenes de la vida, entre los que no podía faltar la novela. La mejor narrativa española, la que trató de ser fiel a sí misma como manifestación de libertad creativa y ética, tuvo que zafarse de los agobios, la censura y los corsés de todo tipo impuestos por un régimen que sólo admitía panegíricos y pleitesía. En el otro extremo, el de las novelas del bando vencedor, abundaron los relatos belicistas y de abnegados falangistas henchidas de entusiasmo regeneracionista durante la inmediata postguerra. Avanzados ya los años cincuenta, hubo una reacción a esta tendencia servil, en novelas que «asumieron la ideología contraria y sirvieron de caja de resonancia del criticismo juvenil, la mala conciencia y el rebote izquierdista de bastantes hijos de los vencedores. Son dos caras de la misma moneda, una condicionada por la otra».

Éste es el paisaje de fondo que traza Sanz Villanueva como origen para la novelística española durante el franquismo. Sin embargo, el autor no se ciñe a estos parámetros y está atento a cualquier muestra de vitalidad del género; compone una historia que no es inerte enumeración de nombres, datos y resúmenes, sino interpretación orgánica y de conjunto acompañada de observaciones críticas y de análisis de obras y corrientes estéticas. 
Los mejores rasgos de esta historia son la capacidad de síntesis, la amplitud de miras, el carácter inclusivo y la voluntad interpretativa del autor. Por eso se trata de una obra de crítica además de histórica, con valoraciones y explicaciones sobre fenómenos de largo alcance, y con lecturas renovadoras de autores consagrados; no se limita el autor a transitar caminos asendereados ni a repetir tópicos manidos, sino que ilumina nuevos aspectos de grandes narradores como Martín Santos y Benet, Sánchez Ferlosio y Delibes, Marsé y Matute.