María Blanchard llegaría a ser una de las grandes figuras de la Vanguardia. Vivió la pintura con todas sus fuerzas, increidubres y convicciones, y con muy pocas satisfacciones. Nació en 1881, el mismo año que Picasso, Gargallo o Vázquez Díaz, por lo que perteneció a una generación de artistas cuyo reconocimiento nunca fue parejo con el suyo. Su desarrollo artístico fue tardío, alcanzando la madurez crestiva bien entrada la treintena. Aunque la sombra de Picasso era muy poderosa y pocos lograban sustraerse a su influencia, María no se movió en el círculo de la " bande à Picasso", del que problablemente ella misma quisiera mantenerse a distancia. Mientras que Vázquez Díaz, que vivió en París de 1906 a 1918, ya era considerado un maestro de artistas al poco tiempo de regresar a España, la suerte de María Blanchard fue aún peor que la de su gran amigo Juan Gris, tan olvidado en España durante años. Una causa de su infortunio fue la que ha lenado tantas páginas de escritos que, al tratar su pintura, ham sacado a relucir su aspecto físico. La historiografía artística española se ha cebado durante años en una construcción de la figura de María Blanchard cifrada en su deformidad, su forma de vestir, reír, hablar, etc.