Un encuentro inesperado obliga a Rebecca a abandonar su exitosa vida en Edimburgo para buscar refugio en Ardlonach, la vieja y entrañable mansión familiar situada en la costa oeste de Escocia. Ahora convertida en hotel, la casa está alborotada y llena de gente, personas cuyos problemas parecen bastante más inmediatos que los de Rebecca. Incapaz de resistirse a un reto, ésta asume con entusiasmo ciertas tareas: animar a una amiga cuyo marido acaba de abandonarla, poner orden en un negocio algo caótico y, en general, responsabilizarse de que las cosas marchen bien. Sólo que en medio de tan frenética actividad aparece un hombre que Rebecca no acierta a clasificar, un hombre cuya fuerza tranquila no sólo apacigua la desmedida energía de Rebecca sino que logra convencerla de que a veces es muy agradable dejarse llevar.
Si ella fuera capaz de aceptarlo, tal vez encontraría la respuesta a su dilema y, de paso, un lugar al que pertenecer.