Y a m¡ se me importa poco que un p jaro en la alameda vaya de un rbol a otro, dice la letra flamenca. Pero a nosotros, a este equipode EntreR¡os, s¡ le siguen importando las verdades profundas, esas queconmueves, siquiera un poco, el coraz¢n humano. Por eso retomamos conenerg¡as renovadas el entusiasmo por divulgar nuestro patrimonio,nuestra cultura, nuestra identidad. En esta ocasi¢n hemos construidoun monogr fico especial¡simo con las tres vertientes del flamenco(cante, baile y toque) como protagonistas. A los nombres esencialesdel presente y del pasado hemos sumado su historia, su tradici¢n, suv¡nculo con la literatura en la versatilidad de sus palos. Para que sehable con propiedad hemos buscado a los (y las) cabales, a quienes sededican a desentra¤ar los arcanos secretos seculares para traerlos ala modernidad y que sean siempre agua que corre limpia y fresca, parapedirles que compartan con nuestros lectores su sabidur¡a y sufascinaci¢n. Ah¡ reside el sentido de este n£mero doble, el m sextenso que hemos hecho hasta ahora, en su pluralidad enriquecidaincluso con la divergencia, y en que, aunque no est n todos los queson, s¡ que son todos los que est n. Y, puesto que el flamenco es unr¡o que bebe de muchas fuentes, la poes¡a no pod¡a quedar al margen yva de la mano en las p ginas que siguen, abrazando a los int?rpretesde una aventura que se ha construido a fuerza de talento, desacrificio y de duende. De duende, s¡, de ese duende lorquiano quehabita las £ltimas habitaciones de la sangre y que lucha a brazopartido con los creadores hasta que se desgarra la voz y surge ellamento al comp s de una guitarra, de unas palmas sent¡as en una mesapeque¤a, al comp s. El flamenco no es muchedumbre, es soledad, aunquesea rodeada de gente, fusi¢n irrepetible de m£sica y voz con baile quebrotan del alma en estado puro para disolverse en el aire porquesuponen una emoci¢n incontenible. El resultado es ese a¤o de trabajocon cerca de ochenta colaboraciones que no pretenden ser ni unaenciclopedia abreviada ni un manual para expertos o entendidos, talvez, acaso, una br£jula para aficionados, una luz que se encienda paraanimar a seguir penetrando lo insondable del arte.