Tientan mis manos la rendija de una libertad anhelada, de undesenfreno sin cobijo, de un com£n que se cierne ®tab£¯ en cadaesquina de una incomprensi¢n enquistada.

Si?nteme puro en lainmensidad del aire que acaricia tus labios cada ma¤ana, pues naceausente el sentido de tu nombre en el vergel de estaquimera.

Nunca fue tan pretenciosa la osad¡a de ser fuego en el mar de tu calma, de ser trueno y no tormenta en el laberinto queentreteje tu alma.

Habla, en c¢digo morse, la tentativa de unsilencio que se antoja pasajero entre el verdor de tusojos.

Ahora,

rompen los tiempos unos esquemas quedespiezan la melod¡a inacabada de tu cuerpo,

por ser fin de unper¡odo equivocado,

ra¡z seca de un oto¤o en curso ca¡do, cruzde un caminar mon¢tono y errante.

En la osad¡a del mutismo,palpita la sonoridad de tu piel?

vierto mi llegada en pos delmagnetismo que te mienta.

Crece la madreselva en el acantiladode besos que crepitan en los albores de tu espalda, se avivan lasganas de un