Tomás Salvador González (Zamora, 1952, Móstoles, 2019) publicó en vida un poemario & x0201C;visual& x0201D;, & x02018;Favorables país poemas& x02019; (Icaria, 1996). También aparecieron algunas plaquettes de este género, de distribución muy reducida: & x02018;El poeta en su taller& x02019; (La hoja de roble, 1998), & x02018;Espantapájaros y un sonajero& x02019; (Escuela de arte de Mérida, 2008) y & x02018;La luz de un metro en la oscuridad& x02019; (Arenas de S. Pedro, 2008). Desde la primera mitad de los años 90 dedicó buena parte de su tiempo creativo -y de su espacio hogareño- a trabajar con titulares y material gráfico, sacado, fundamentalmente del periódico & x02018;El País& x02019; para elaborar una obra paralela a sus poemas discursivos y su narrativa. Los orígenes de las maneras que utiliza TSG se remiten, además de a Dadá, primero a los caligramas, que puso de moda Apollinaire, y que vienen de muy atrás, y luego al letrismo, corriente de vanguardia fundada por el rumano Isidore Isou en un manifiesto en 1945. Se atiende aquí al valor sonoro, primero, y luego visual, de las palabras, sin considerar su significado. La escritura, de algún modo, se convierte en pintura.