Cantinas, haciendas y playas de arena infinitas, palacios adornados, pirámides de siete plantas, un folclore apasionante y un patrimonio ingente: no es de extrañar, pues, que México sea uno de los destinos remotos favoritos. Un país cautivador que atrapa y no suelta, colorido como un cuadro de Frida Kahlo, lleno de vida gracias al dramatismo de sus bellezas naturales y monumentos arquitectónicos, y con una población a caballo entre la tradición y lo moderno. Viajar a México permite familiarizarse con el pasado de las civilizaciones indígenas y con el estilo de vida colonial, y trasladarse a la vez a un presente fascinante.

Además de unos lugares con playa tan atractivos y conocidos como Acapulco y Cancún, un país tan enorme como México posee también muchas bahías pequeñas y ocultas donde bañarse. Son numerosas las alternativas; al fin y al cabo, México ofrece más de 12.000 km de costa frente al Caribe y al Pacífico. Si bien la costa oeste del Pacífico destaca, principalmente, por ser el destino idóneo para unas vacaciones en la playa al no haber ningún yacimiento prehistórico de importancia, en la península de Yucatán, situada al sur, la cultura clásica maya y la vida de playa caribeña se combinan a la perfección.