"Memento mori". Así nos interpela la sabiduría de las más antiguas tradiciones espirituales, entendiendo que la muerte no es sin más un hecho biológico ineludible, sino también un contorno vital que delimita y define nuestra naturaleza, desde el instante mismo en que venimos al mundo. Conocer la muerte permite entender, apreciar y comprometernos con nuestra vida. "Cuando no sepas qué hacer, pregúntale a tu muerte". La sociedad actual, por el contrario, se afana en esconder, relegar y restar reconocimiento al proceso de morir, hasta casi borrarlo por completo de la realidad cotidiana. La omnipotencia del hombre, o su delirio, lo ha llevado a coquetear incluso con la idea de su propia inmortalidad. Una hermosa fantasía, sin duda, pero que de ningún modo nos sale gratis, pues las personas vamos dejando poco a poco de ser dueñas de nuestra muerte y de las circunstancias que rodean tal momento. Ahora predominan el silencio y el rechazo; se vive a la persona moribunda o en duelo con cierta incomodidad y desazón; no sabemos qué decir, ni cómo afrontar el desconsuelo de la muerte. El doctor Marcelo Arroyo Cabria nos invita en La función del duelo a emprender con él una reflexión sobre el final de la vida, sobre la desaparición de los seres queridos y el amargo sabor de las despedidas. Una reflexión más necesaria hoy que nunca si nosotros, como Marcelo Arroyo,