La dislexia es una condición propia de muchas personas, que pone barreras a partir del momento de la escolarización y produce sufrimiento en el niño disléxico e impotencia a sus padres y maestros. El conocimiento que hoy tenemos de ella a través de la neuropsicología nos permite comprenderla y tratarla mejor. Pero para que el abordaje sea posible no basta con eso: necesitamos tender puentes entre el no disléxico y el disléxico, creando un idioma común de entendimiento.

Lejos de ser un manual al uso, un libro de recetas, este texto es una invitación a compartir, desde las emociones, lo que sienten el niño y su familia al ir descubriendo a veces con naturalidad y a veces con sorpresa lo que sucede, con rigor científico a la vez que con una dosis de sentido del humor. La autora nos transporta al otro lado de la orilla, y nos permite asomarnos al mundo interior del disléxico. Una forma respetuosa de entender la dislexia que redunda en la intervención donde el niño es el guía y el verdadero protagonista.

Un libro rico en ejemplos y en experiencias, donde el lector, ya sea padre o profesional sensibilizado, se sentirá identificado directa o indirectamente, y comprobará con agrado que puede convertirse en parte activa del proceso de rehabilitación al hallarse más cerca del niño disléxico.