El siglo XXI ha empezado con la misma velocidad que terminó el siglo XX, fruto de una accesibilidad a la tecnología y a la información desconocida en la historia de la humanidad. Nuestro día a día es más intenso que nunca y los ciclos históricos y económicos se acortan de una forma que era impensable hace unos pocos lustros. Disponemos de un nivel de vida material sin precedentes, y podemos observar cómo nuestra esperanza de vida se alarga poniendo a prueba nuestra capacidad para vivirla con intensidad, salud y satisfacción personal.