Buscando la confluencia entre los planteamientos de corte más analítico con los de sesgo más hermenéutico, la obra plantea una hermenéutica de la razón y de las capacidades cognoscitivas humanas. El autor defiende una concepción fuertemente intersubjetiva de la razón en términos de una capacidad de segundo orden, como la capacidad de adquirir las habilidades implicadas característicamente en el uso del lenguaje. Este planteamiento permite analizar las diversas declinaciones culturales de la razón para esclarecer después la pluralidad de la razón en los ámbitos teórico y práctico. Por último, se revisa el pluralismo moral y político insistiendo en el momento estético de la razón práctica y sosteniendo que la aceptación de la tesis de la inconmensurabilidad no implica forma alguna de relativismo.