Una crónica novelada de la vida en los campos de concentración franquistas cuando se cumplen 60 años de su cierre

Pese a que la España de Franco fue uno de los estados más ricos de Europa en campos de concentración, la desproporción entre el número de personas encerradas en ellos (centenares de miles) y el número de relatos que recogen dicha experiencia (menos que los dedos de una mano) expresa con elocuencia los resultados morales de la deportación. El de Francesc Grau Viader, publicado poco después del “tejerazo”, no solo rompe esta ocultación colectiva sino que vuelve a situar nuestra historia en el marco de la historia de los totalitarismos europeos. Su lectura permite incorporar nuestro presente a una genealogía que explica muchos de sus aspectos, como la impotencia de una sociedad entera frente al abuso de  poder. “Las enormes matrices de los campos de concentración habían alcanzado una eficacia capaz de crear una generación de hombres moralmente castrados, de parir una multitud de criaturas físicamente acobardadas y dispuestas a aceptar todas las humillaciones sin un grito de protesta”, escribe Francesc Grau Viader a raíz de su experiencia de la deportación.

Al igual que K.L. Reich de Amat-Piniella, El largo viaje de Semprún oIncerta glòria de Joan Sales, el relato de Grau conforma una literatura particular: aquella que, para transmitir la verdad de unos hechos históricos, se encomienda a unos personajes y a los recursos de la novela. El posfacio de Marta Marín-Dòmine (Centre for Memory and Testimony Studies, Canadá) reflexiona sobre “la memoria de una derrota” en la actualidad y da respuesta al prólogo del autor de 1980, escrito a raiz de su visita a Miranda de Ebro, donde pudo constatar que la existencia de un campo de concentración en activo durante una década había sido borrada por completo.