¿Cómo debemos estudiar la historia de nuestros saberes? ¿Se trata únicamente de la historia de quienes produjeron el conocimiento, o también de quienes lo han recibido y asimilado? Tradicionalmente, la historiografía de la ciencia ha incurrido en ciertos prejuicios a este respecto. Los relatos de la historia de la ciencia han prestado una atención exclusiva a los «héroes» o protagonistas de la investigación, dejando a un lado las llamadas «masas críticas» y, de manera particular, a los receptores del saber. En lo que a la historia de la filología respecta, es significativo que el historiador danés Barthold Georg Niebuhr considerara a Friedrich August Wolf como el «héroe epónimo» de la filología clásica, desde una perspectiva absolutamente romántica. Sin embargo, tan interesante como el hecho de que Wolf formulara conceptos capitales para articular su nueva visión historiográfica de las literaturas antiguas, también lo es el fenómeno relativo a la transferencia de tales ideas hasta lugares remotos. Este libro se hace cargo, desde distintas perspectivas y en diferentes ámbitos nacionales y culturales, del decisivo fenómeno de la transmisión literaria.
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