El cuento es exigente, preciso, poderoso. Su tema es uno y cada palabra, cada personaje, debe ser necesario. Solo tiene una puerta de entrada y de salida, decía el clásico. Es intenso: condensa la luz del sol en un rayo. Su arquitectura verbal, donde nada sobra, busca alterar al lector. Si la novela gana por puntos, en palabras de Julio Cortázar, el cuento gana por knockout. Esta antología de cuentos logra eso. Sorprenden los temas y su variedad. Allí están entre la basura esos fantasmas que nos comen, telépatas y satélites qué comunican imágenes en equipos electrónicos, mundos paralelos en nueve dimensiones, esa patria común del idioma que dice las cosas con muchas voces, inútiles perdones póstumos y sitios web en donde el fetiche es cada parte del cuerpo de una mujer ya no en imágenes sino en fragmentos reales. Que cada lector encuentre en estos cuentos su knockout.