El objeto, así como el amor y el tiempo, no se dicen, sino que se inventan, y, en esa misma medida, se experimentan: son parte fundamental de todo aquello que nos atrevamos a nombrar experiencia. Amor y tiempo, en este entendido, no son sólo Cronos o Eros: son phília, ágape, Kairós, Aíon… Silvia Migdalek, sin la necesidad de decírnoslo, nos lleva de paseo entre y con cada uno de ellos, haciéndonos acompañar —por paradójico que parezca— de manera grata por el desconcierto, sin la posibilidad siquiera de saber si estamos dentro, o bien, cuándo saldremos. Desconcierto, un nombre más para eso que creemos entender son el amor y el tiempo, categorías finitas que hacen de frontera necesaria, no obstante, permitiéndonos rozar, sin alcanzarlo, con lo eterno, ahí donde no hay fuera o dentro, sino puro éxtimo, así como lo que, quienes se atrevan, hallarán en este texto.