Este famoso monumento omeya, situado en pleno desierto, fue residencia de reposo y de caza con lujosos baños, levantada por el poderoso califa que la construyó a comienzos del siglo VIII, seguramente Walid I o su hermano Sulayman. Sus pinturas murales llenas de simbólicas representaciones, su original y acertada arquitectura, incluso su poético marco en la soledad del pleno desierto, hacen de este monumento un hito de valor singular en la historia del arte árabe y de la creación artística de todos los tiempos.
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