La Iglesia católica ocupó en los siglos de la modernidad un papel central en la vida de las sociedades y las personas, ejerciendo una fuerte influencia en las costumbres. A partir del Concilio de Trento el catolicismo toma nuevo impulso, se renueva y penetra en el entramado social bajo la dirección del clero, administrador de lo sagrado. El conocimiento de este impulso a nivel diocesano es lo que se aborda en el presente libro sobre la diócesis de Albarracín, separada de Segorbe en 1577. Se propone un acercamiento al clero, secular y regular, y a las distintas manifestaciones de la vida religiosa en el periodo posterior al concilio tridentino, marcado por su influencia doctrinal.
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